viernes, 20 de mayo de 2016

EL AGRICULTOR


He salido a pasear,
y en un banco me he sentado,
cerca de arriba, en el parque,
porque allí hay menos ruido,
y se está más concentrado.
Me he puesto a meditar,
del presente,
del futuro y del pasado,
cerca de allí había
un matrimonio,
en otro banco sentado,
y, observándolos, veo
que están muy enfadados.

Ellos son agricultores 
y los productos los tienen que vender baratos;
y, cuando van al mercado,
ven que allí los precios
ya los han multiplicado;
y ellos, entonces, se ven 
engañados y calumniados.
Entonces, en ese momento,
maldicen todos los trabajos,
según se explicaban
todos estaban robando,
tan solo el suyo,
es el que es necesario.

Y yo los sigo observando,
ellos hablaban fuerte,
para desahogar su enfando,
y se decía uno al otro:
-Esto se arregla,
los que estamos en el campo,
sembrar nuestros alimentos,
para nuestro consumo,
y los demás, que coman hierros,
a ver si se van enterando
del trabajo que hacemos,
lo que estamos en el campo-

Y yo me acerco a ellos,
a ver si podía calmarlos,
para ayudarles un poco,
para aliviar su trabajo.
No querían hablar con nadie,
y menos con un extraño;
dándoles las buenas tarde,
ellos se muestran huraños,
pero por fin me aceptan,
y con ellos,
yo me siento en el banco.

Empezamos a dialogar,
de los productos del campo,
y yo así les comento,
para así poder calmarlos:
- El campo es exigente,
y es duro su trabajo,
y casi todas las plantas,
tardan en dar su producto,
casi todas cerca de un año,
y no tienen duración,
y hay que comer, ralizarlos,
porque si no se estropean,
y para otra cosecha,
hay que esperar otro año,
Y eso lo saben bien
los intermediarios,
y ahí es donde se aprovechan
de los que están en el campo,
hay que mirar a ver
para poder remediarlo.
Otros hacen los trastores,
las azadas y los zachos,
y todas las herramientas,
para trabajar en el campo.
Ves como ellos también hacen
honradamente el trabajo,
los albañiles construyen
las casas y los palacios,
para meterse en ellas,
todos los seres humanos. 
Y problemas tienen todos,
los que están trabajando,
nada más que los de fuera,
no lo vemos, ni apreciamos.
Todas las profesiones
son justas y necesarias,
en el mundo que habitamos,
y tienen que vivir juntos,
todos los seres humanos.
La justicia se ve mal,
cuando nos hacen justicia,
pero que bonita la vemos 
cuando a otros se la aplican,
que miedo mete,
en la carretera el tráfico,
evitando muchas muertes,
aunque no lo comprendamos.
En la oficina están,
allí todos los empleados,
delante del ordenador,
para allí meter los datos,
para cuandos los necesites,
allí los tienes guardados.
Los médicos y enfermeras,
y tambien los cirujanos,
esos en la sociedad,
son los que hacen milagros,
mirando por la salud
de todos los ciudadanos;
y todas las profesiones
son buenas y necesarias.
Ahí están los basureros,
que andan de madrugada,
recogiendo la basura,
que tú sacas de las casas,
si no que paren unos días,
y verán lo que nos pasa,
pues todo estaría holiendo,
y todo lleno de ratas.
Amigo agricultor,
en esta vida,
todo es justo y necesario,
pero no te puedes fiar,
de todos los empresarios,
porque todos no son buenos,
también los hay
que son malos-.

Por Cecilio Clemente Rivera

 

jueves, 19 de mayo de 2016

LA SIERRA DE SAN JOSÉ


Vivía la Virgen Pura
con San José en Belén,
como era carpintero,
allí tenía el taller,
allí tenía la zuela
y las demá herramientas;
y, entre todas, aquellas
también tenía una sierra
que él mismo inventó,
para cortar la madera;
pero, como todos los inventos,
de momento, no quedan bien:
la hoja era lisa
y no cortaba muy bien.

Y terminó la jornada,
que aquel día,
se le dio bien,
había hecho dos puertas,
y se las pagaron muy bien;
y con el dinero en la mano,
a la Virgen se fue a ver,
diciéndole toma este dinero,
para tu menester.
Y pasaron la noche
tranquilos y sosegados
porque la persona,
se encuentra bien,
cuando el día bien se ha dado.

El diablo aprovechando
que San José,
en el taller no estaba,
se ha metido en él,
a ver lo que allí encontraba,
y lo primero que vio
fue la sierra,
que San José inventó.
Y viendo la hoja tan lisa,
y también aguzada,
dijo esta la estropeo yo,
y de dientes la lleno,
creyendo con la maldad,
que la había estropeado.

Pero se equivocó,
con los pinchos de la sierra,
San José mejor serró,
y el demonio indignado,
y sin saber lo que hacer,
para ver si enfadaba,
al bueno de San José,
el demonio enfadado,
a la noche volvió otra vez.
Ahora cojo la sierra,
y la echo a perder.

Y ha cogido la sierra,
y como ya tenía pincho,
ha cogido y le ha abierto
un pincho para cada lado,
y quedó satisfecho,
creyendo que así,
que la había estropeado.
Pero volvió a equivocarse,
porque de esa manera,
la sierra quedó perfecta,
y San José trabajó
con toda comodidad,
y el diablo por el taller
no se le ocurrió ir más.

Por Cecilio Clemente Rivera

jueves, 5 de mayo de 2016

LA GRAN ENCINA


Las dehesas de Extremadura,
únicas en el mundo entero,
también la de Montehermoso,
es la Dehesa Boyal,
de encinas y de alcornoques.
Cerca de la casa del guarda,
junto a una laguna,
he visto la vieja encina,
muy grande y muy gruesa,
y pensando, yo la miro,
la encina de la dehesa,
sin poder calcular
los años que tiene ella;
unas veces, le echo cientos,
y miles otras veces, se le echa.

Y vamos yo y mis amigos,
una tarde por la dehesa,
se ha presentado una nube,
con rayos y con centellas,
y con una granizada,
gordos como las almendras.
Mis amigos asustados,
de aquella gran tormenta,
sin saber dónde meterse
y refugiar la cabeza;
pero, como a mí me gusta
tanto la naturaleza,
yo conozco todos los árboles
que se crían en la dehesa.
Les digo a mis amigos,
vamos a la encina vieja,
que tiene un hueco muy grande,
y todos cogemos en ella,
es parecido a una choza
de aquellos viejos pastores,
cuando guardaban las ovejas.

Y allí estuvimos metidos,
hasta que pasó la tormenta,
y salimos todos secos,
gracias al hueco,
de la gran encina vieja.

Por Cecilio Clemente Rivera