con
greñas y barbas largas
con un
palo en la mano
y una
mochila a la espalda
iba
haciendo las rutas
por los
caminos de España.
Iba
pasando por los pueblos
y nadie
le preguntaba
al hombre
con greñas y barbas largas
Una tarde
fría de invierno
iba por
una llanura,
no se
veía ningún árbol
ni casa
por parte alguna;
sólo se
veía a lo lejos
los picos
de una montaña
por donde
iba saliendo
una nube
muy extraña.
La nube
era oscura
y trae
muy mala cara.
La tarde
iba en declive
y la nube
avanzaba,
y miraba
para los lados
y no se
veía nada.
Nada más
que llanuras
y la
noche.... avanzaba
al mismo
tiempo que la nube.
La nube
de mala cara
venía
aproximándose
con
rayos, truenos y agua.
Empieza a
sentir frío
el
caminante de greñas y barbas largas.
Se para y
coge el macuto
que lleva
a la espalda
para que
cuando llegue la nube
tener a
mano la capa.
A penas
le ha dado tiempo
pues la
nube ya llegaba
con agua,
truenos y rayos
y un frío
que pelaba.
Se ha
rebujado en la capa
para
protegerse del agua
y empieza
a caminar
rebujado
en la capa.
Toda la
noche andando
y sin
dejar de llover
por la
llanura tan larga
y mira al
horizonte
y ya va
asomando el alba,
pero
estaba empapado el caminante
de greñas
y barbas largas.
Empieza a
respirar
porque
deja de llover
y porque
ya veía el alba
y empieza
a amanecer.
Se ha
levantado una brisa
que poco
a poco aumentaba
y al rato
se ha convertido
en un
huracán.
El hombre
va embozado
envuelto
en la capa
hasta que
ya fue pasando
el aire
huracanado,
y empieza
a calentar
y ya se
quita la capa.
A lo
lejos ya se ve
por los
picos de la montaña
el sol ya
venía saliendo
y el
caminante camina
a ver si
termina el llano.
Ese llano
que no se ve
ni casa
ni ningún árbol.
El sol
venía calentando,
era un
calor sofocante.
Menos mal
que a medio día
se divisa
el primer árbol.
El árbol
era una encina
con
sombras, frutos
y una
fuente al lado,
donde el
caminante en ella
se ha
refrescado
para
aliviar el calor
que en el
camino ha pasado.
Y ha ido
hacia la encina,
junto al
tronco se ha sentado
para
descansar de las fatigas
que la
naturaleza le ha dado.
Junto al
tronco de la encina
se ha
quedado relajado
y así
estaba pensando...:
"Ya
no me extraña nada
que
todos los seres humanos
quieran
tener una casa
para
en ella refugiarse
del
frío, del aire y del agua".
No te
pase lo que a mí
por los
caminos de España.
Por
Cecilio Clemente Rivera