sábado, 31 de mayo de 2014

EL CAMINANTE


Una vez un caminante
con greñas y barbas largas
con un palo en la mano
y una mochila a la espalda
iba haciendo las rutas
por los caminos de España.
Iba pasando por los pueblos
y nadie le preguntaba
al hombre con greñas y barbas largas

Una tarde fría de invierno
iba por una llanura,
no se veía ningún árbol
ni casa por parte alguna;
sólo se veía a lo lejos
los picos de una montaña
por donde iba saliendo
una nube muy extraña.
La nube era oscura
y trae muy mala cara.

La tarde iba en declive
y la nube avanzaba,
y miraba para los lados
y no se veía nada.
Nada más que llanuras
y la noche.... avanzaba
al mismo tiempo que la nube.
La nube de mala cara
venía aproximándose
con rayos, truenos y agua.

Empieza a sentir frío
el caminante de greñas y barbas largas.
Se para y coge el macuto
que lleva a la espalda
para que cuando llegue la nube
tener a mano la capa.
A penas le ha dado tiempo
pues la nube ya llegaba
con agua, truenos y rayos
y un frío que pelaba. 
Se ha rebujado en la capa
para protegerse del agua
y empieza a caminar
rebujado en la capa.

Toda la noche andando
y sin dejar de llover
por la llanura tan larga
y mira al horizonte
y ya va asomando el alba,
pero estaba empapado el caminante
de greñas y barbas largas.
Empieza a respirar
porque deja de llover
y porque ya veía el alba
y empieza a amanecer.

Se ha levantado una brisa
que poco a poco aumentaba
y al rato se ha convertido 
en un huracán.
El hombre va embozado
envuelto en la capa
hasta que ya fue pasando 
el aire huracanado,
y empieza a calentar
y ya se quita la capa.
A lo lejos ya se ve
por los picos de la montaña
el sol ya venía saliendo
y el caminante camina
a ver si termina el llano.

Ese llano que no se ve
ni casa ni ningún árbol.
El sol venía calentando,
era un calor sofocante.
Menos mal que a medio día
se divisa el primer árbol.
El árbol era una encina
con sombras, frutos
y una fuente al lado,
donde el caminante en ella
se ha refrescado
para aliviar el calor
que en el camino ha pasado.

Y ha ido hacia la encina,
junto al tronco se ha sentado
para descansar de las fatigas
que la naturaleza le ha dado.
Junto al tronco de la encina
se ha quedado relajado
y así estaba pensando...:
"Ya no me extraña nada
que todos los seres humanos
quieran tener una casa
para en ella refugiarse
del frío, del aire y del agua".
No te pase lo que a mí
por los caminos de España.

Por Cecilio Clemente Rivera