domingo, 25 de marzo de 2018

EL TIEMPO


Ha llegado el invierno,
y con él los vendavales,
el frío y la nieve cayendo,
esto lo hace siempre,
año tras año, cuando
llega el invierno.

No es una novedad
que haga frío en enero
o cuando el nacimiento,
pero el tiempo es así,
sirve de entretenimiento,
se encuentra las gentes
y se saludan diciendo:
“¡Qué frío hace hoy!
¡Esto no hay quien lo aguante!
Ahora me voy al brasero,
está cayendo nieve,
y ya está bajo cero
y poco a poco ya va
pasándose el invierno.”

Y el saludo cambia, entonces...
Del frío a mejor tiempo,
se encuentran las personas
y se saludan, diciendo:
“Hoy está mejor día,
está pasando el invierno,
y febrero se presenta
con días malos
y días buenos,
y ahí está el refrán,
que se dice: De febrero
que busca la sombra el perro,
a rato, pero no el día entero.”

Y llegó a primavera,
la primavera, si falla,
pero no falla, el invierno,
y aquí sí que hay saludos
porque hay días malos
y días buenos;
y la gente al encontrarse,
no hablan más que del tiempo.
Y ya ha entrado mayo,
Esto ya no es de este tiempo,
que cuando en mayo hace frío,
el refrán
sale al momento:
Hasta el cuarenta de mayo
no guardes el sayo.

Y el tiempo da para hablar,
para delante y para atrás,
y con el tiempo señores,
hay siempre de qué hablar.

Y luego viene el verano,
con su sol abrasador,
y esto sí que saca
mucha conversación,
y se saludan diciendo:
“Vaya un día de calor,
esto no hay quien lo aguante,
tiene que hacer, por lo menos,
que no hace tanto calor,
lo menos, cuarenta años.”
Y luego dice el realista,
con un poquito de guasa:
“Es muy raro que caliente
el mes de julio y agosto.”
Y yo las he observado,
cuando van paseando,
que al encontrarse,
el tiempo van comentando,
si no existiera el tiempo,
la vida sería aburrida,
se encontraban
las personas
y no sabían de qué hablar,
pero con el tiempo,
lo mismo da lo que haga,
que haga frío o haga calor,
o que llueva o que nieve,
el tiempo es el centro
de la conversación.

Y ya se acerca el otoño,
con los días en decadencia,
el sol no alumbra bien,
y el otoño da tristeza,
la hoja ya está cayendo
y muere la naturaleza;
y vuelven
los comentarios.
Cuando un día hace frío
y pronto
está aquí el invierno,
y en casa
hay que estar metido.

Por Cecilio Clemente Rivera


LA VIOLENCIA



Yo he nacido en un pueblo
de unos mil habitantes,
donde nos conocemos,
desde el más chico
al más grande.
es como una familia
y no se puede ocultar.
Las faltas de cada uno,
aquí en este lugar,
cerca de mi casa tengo
unos vecinos que están
riñendo a todas horas,
sin poderlo remediar.

Él es vago y pendenciero,
y no le gusta trabajar;
sin embargo, en los bares
a todas horas está,
y ya la media noche,
cuando han cerrado el bar,
discutiendo
con todo el mundo,
camino de su casa va.
Lleva una borrachera,
que se ve negro para andar,
parece que su casa,
no la va a encontrar,
pero él dando tumbos,
hasta su casa va.

Allí está su mujer,
con los niños acostada,
y están asustados,
porque le oyen llegar
y saben que todas las noches,
se suele portal igual.
Lo primero que hace,
es hacerles levantar,
para acusarles de todo
y le oigan blasfemar.
La mujer y los niños,
arregunados están,
en un rincón de la casa,
escuchando las voces,
que su marido le da;
y no son las voces
si no que se dedica ya,
a darle bofetadas,
hasta que queda rendido
y ya se va a acostar.
Y la mujer ya muy harta,
del trato de su marido,
y sin poder aguantar,
ha cogido a los niños,
y a denunciarlo va
a ver si la justicia,
lo pudiera remediar.

Esta violencia de género,
que así la suelen llamar,
han ido al cuartelillo,
y allí la atienden muy bien,
y la han llevado a un refugio
con otras cuantas mujeres más.
Y llamando al marido
le prohíben acercarse,
acercarse a su mujer,
hasta que hagan el juicio,
a ver lo que sale de él.

Parece que todos los hombres
son malos y crueles,
pero están equivocados,
la cosa así no es.
Son una minoría,
que existen en todas partes
y no se puede evitar,
porque existen los violentos;
sin embargo, están los otros,
los que quieren a sus mujeres,
porque ven el valor
y el cariño que le tienen.

Cuando viene del trabajo,
el marido por las tardes,
ellas le están esperando,
para que sea más agradable.
¿De qué se puede quejar?
El hombre y la mujer,
pues son dos seres iguales,
el hombre y la mujer,
los hay que piensan
que en casa la mujer,
no tiene nada que hacer,
pero están equivocados,
no es como ellos lo ven.

Hay que salir a la compra,
y los precios hay que saber,
dónde están más baratos
para ahorros poder hacer,
y eso la mujer,
ellas sí lo saben hacer.
Luego, hay que barrer
y también hacer las camas
y fregar el suelo,
hasta debajo de la cama,
y lo más exigente es
las tres comidas
que cada día hay que hacer,
que muchas veces
a todos los de la casa,
no les suele complacer,
y otra comida,
la mujer tiene que hacer;
por lo tanto,
el que no sepa
el trabajo de la casa,
que lo haga unos días…
y verá lo que le pasa.

Por Cecilio Clemente Rivera