sábado, 7 de julio de 2018

EL USURERO


Iba paseando un señor
alrededor de una charca,
se ha acercado a la orilla,
y ha visto cinco hermosas ranas,
que calentándose al sol,
a la orilla se encontraba,
y se ha quedado mirándolas,
y no era para contemplarlas;
ha pensado para él,
si yo pudiera pescarlas,
son cinco ranas hermosas;
y un guiso,
yo con ellas preparaba,
y con esa comida,
cinco euros yo ahorraba,
y en el cofre los guardaba,
voy a intentar
a ver si puedo pescarlas.

Con una pequeña barranca,
y al acercarse el señor,
la tierra se desbarranca,
cayendo el pescador
de cabeza al agua.
Menos mal, que era somero,
si no allí, se ahogaba
el pescador de las ranas.

La charca era fangosa,
y se metió hasta las trancas,
quedando allí metido,
sin poder salir del agua.
Lo único que había más cerca,
para poderse agarrar,
era una pequeña zarza
que estaba llena de espinas,
y no podía agarrarla.

Ya estaba medio agotado,
y las fuerzas le acaban.
Se da la casualidad
que un hombre por allí pasaba,
y viendo al hombre caído,
allí, metido en el agua,
se acerca para ayudarle,
para sacarle del agua.

Diciendo, dame tu mano
que yo te ayudo
para sacarte del agua,
y el hombre enfurruñado,
la mano no se la daba,
y antes que darle la mano,
prefería estar metido en el agua.

Y el señor cambia de frase,
y le dice: "Toma mi mano,
que yo te saco del agua";
y, entonces, alarga la mano,
y el hombre se sorprendió,
que al decir toma mi mano,
enseguida se la dio.

Esto es un usurero,
el hombre para el pensó,
hasta que no dije toma
la mano, no me la dio.
Hasta donde llega la usura,
que prefería ahogarse
antes que darme su mano
para yo poder salvarle.

Así son los egoístas
y los usureros en la Tierra,
que nunca se ven hartos,
con todo el dinero que tengan,
son unos desgraciados,
porque la ambición les ciega.

Por Cecilio Clemente Rivera