Estaba todo el mudo,
cada uno a su faena,
se ha presentado una peste
invadiendo toda la Tierra.
El coronavirus ha salido
de la China, la primera,
pero no se ha quedado allí,
que ha recorrido toda la Tierra.
A España ha tardado en llegar,
pero ya ha llegado aquí,
como era natural.
El mundo está acobardado
sin saber lo qué hacer;
pues, no tiene los medios
para al virus vencer.
Están todos los gobiernos,
de la Tierra que habitamos,
sin saber lo qué hacer;
cada uno tiene su forma
para el coronavirus vencer,
y no es nada fácil
a ese bichito vencer.
En España, su gobierno,
ha acordado poner
el estado de alarma
para el virus contener:
han cerrado todos los bares,
los comercios y las industrias;
y control en carreteras,
en los pueblos, en las ciudades;
para que la gente este en casa
y no salgan a la calle;
y, si algún rebelde se sale
y no quiere estar en casa,
le ponen una multa
la policía o los guardias.
Todos metidos en casa,
como si estuviéramos arrestados,
porque le tenemos miedo
a ese bichito tan raro.
Los niños están en casa,
y están amedrentados,
viendo a sus padres
también en casa encerrados.
El coronavirus
a todos desprevenidos ha cogido,
nadie esperaba un virus
que cogiera a todo el mundo,
toda las gentes con mascarilla
en la cara llevan puestas,
unas las han comprado
y otras las hacen de telas;
todas valen y no valen...
hay una confusión incierta,
pues la corona infernal
nos ha cogido de sorpresa.
Los hospitales están,
todos están, preparados
para cuidar a las personas
que han sido contagiados;
los médicos y enfermeras,
día y noche, trabajando.
Si antes tenían trabajo,
ahora se ha multiplicado.
Los policías y los guardias
por las calles y carreteras,
todo el día patrullando,
porque siempre hay personas
que siempre van al contrario:
son personas posesivas,
que no quieren ser mandados,
y para que hagan
lo que hace todo el pueblo,
tienen que ser sancionados;
y cuando le ponen la multa,
se ponen alborotados,
como si la ley
estuviera de su lado.
Los pobrecitos ancianos
son los más afectados,
pues en algunas residencias,
el virus allí ha entrado,
pagando con sus vidas
algunos pobres ancianos
los han ido, la tiene
todas las autonomías;
y, a los pobres ancianos,
unas los tratan bien
y otras no les hacen caso.
Aunque estén contagiados,
hay personas que no debían
estar en los altos cargos,
pero las elige el pueblo,
y dicen que el pueblo es sabio;
por eso, hay que aguantar
aunque nos equivoquemos
los próximos cuatro años;
para eso es la democracia,
para que el pueblo
elija los altos cargos,
y lo pensemos muy bien
para no equivocarnos.
No se eligen porque sean buenos
o porque lo hagan bien o mal,
se eligen porque en la cabeza
tenemos un ideal.
Por Cecilio Clemente Rivera
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